domingo, 6 de marzo de 2016

Mi itinerario lector

Como muchos compañeros y compañeras han mencionado, mis inicios en la Literatura se definieron en el dormitorio. A modo de historias inventadas por parte de mi madre, cintas con audiocuentos o álbumes ilustrados heredados de mis hermanos mayores, cuando dejaba la calle y caía en la cama, mi principal medio de entretenimiento eran las historias fantásticas. En esta primera etapa, podría mencionar a TEO, la Biblioteca de los Jóvenes Castores, los coleccionables Don Miki; algunos años después, los cómics de Dragon Ball y Mortadelo y Filemón. Con la regulación de lecturas por trimestre en el colegio, las lecturas fueron algo más condicionadas, sin embargo, pude descubrir títulos como Memorias de una gallina, Manolito Gafotas, Fray Perico y su borrico, Charlie y la fábrica de chocolate, Danko, el caballo que conocía las estrellas, El principito, Nou diari del jove maniàtic, Meriem y la ruta fantástica, Cuentos para todo el año, La bici Cleta, ¡Viva la Pepa!, Matilda, Moguda a la biblioteca... entre otros.
Las lecturas que ampliaban el repertorio del colegio, normalmente eran continuaciones de primeras partes que leíamos en clase, por ejemplo, la colección de Manolito Gafotas, alguna d elas aventuras de Fray Perico, Las aventuras de Picofino y El gran amor de una gallina, En el país de Meriem y Los mil y un cuentos de Meriem. Y llegó Harry Potter.
Simplemente me absorbió. A lo mejor por el fenómeno que lo rodeaba o porque era de las primeras lecturas que compartía en profundidad con algunos amigos y amigas. El caso es que desde entonces forma parte de mi biblioteca e influencias directas.
Y entramos en el instituto, y llegaron Marina, Cartas de invierno, Miguel Strogoff, Las aventuras de Saíd, L'enigma del medalló, Cartes d'hivern, Cartes d'amor i de mort, El perro de los Baskerville, Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Rondalles valencianes, El Quijote, Tirant Lo Blanc... pero destaca entre todos Momo, la novela que me quebró el cerebro y sacó del ingenuo. El tiempo como tabaco que consume el mundo, brillante Ende, como en La historia interminable.
Y para dar punto final a la etapa del instituto, obras de experiencias reales y contextos desgarradores, como Llibre de Meravelles
Y, ¿qué pasa ahora?, ¿Cuáles son mis hábitos de consumo? Pues, aunque se me tache de inmaduro o de crío, el álbum ilustrado. No solo como herramienta de trabajo, el libro-álbum es una influencia directa de mi hermana y un universo que me remueve y apasiona. Snowhite, La mujer que cocinaba palabras, ¡Ay!, Mermelada de fresa, De puntillas, Casa vacía, la colección de Ernesto y Celestina, Jaime de cristal, El hombre niebla, En Patufet, ¡Voy a comedte!, El nen gris, Juul, Leos, Calma, Monstruo rosa, Casi... y las extraordinarias obras de arte Hilo sin fin, Ferdinando, Mar de sábanas, Titiritesa o El punto. Y, de vez en cuando, se cuela algún título de LIJ como el espectacular Luces en el canal, Calvina o Mi vecino de abajo.
Y en fin, a grandes rasgos, esos son los nombres que recuerdo desde mi infancia y hasta el día de hoy. Probablemente me haya dejado muchos colgados, pero me gusta pensar que todos han aportado algo en esto de instruirme como individuo. En definitiva, quería reflejar la importancia de los textos en mi trayectoria, un bagaje todavía insuficiente y que proyecto aumentar con los «grandes clásicos», escritos pendientes y nuevos relatos que puedan engatusarme en esto de leer.

En cuento a mi trayectoria audiovisual, podría listar otra cantidad de películas y series que sigo con adicción o he terminado, toda la filmografía de Disney al completo, Pixar o Studio Ghibli, historias de Almodóvar o Tarantino... Sin embargo, esta vez seré algo más concreto. He realizado una pequeña infografía de algunas de las series o películas que me han marcado en mi infancia y juventud. No he especificado título, pero invito a todo lunático curioso a que eche un vistazo para ver si reconoce alguno y se siente identificado.
¡Un abrazo!

 

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