Un zumbido sobresaltó a Kova mientras navegaba entre los
nodos de su eNet. Su mente estaba tan inmersa viendo a Neil Armstrong en su
narración sobre cómo acabó en eso de ser astronauta, llegando a realizar el
primer viaje a la Luna, que ni se dio cuenta de que ya era la hora de empezar
las clases. Estos relatos no interesaban a la mayoría de las personas, sin embargo,
el primitivo afán de superación de estos antepasados apasionaba a Kova. Fuentes
de energía renovable, el diseño de los primeros ordenadores, el nacimiento de
web… el carácter de estos proyectos por conquistar un mundo común y lo que
consiguieron despertar, le entusiasmaba.
En pleno año 2060 la superación del hambre no era un
problema, la globalización ya no tenía límites y la tecnología parecía
renovarse cada dos o tres días. Ahora todo estaba mecanizado, controlado,
medido y dosificado. Kova había nacido en un mundo donde todo estaba ordenado,
y estaba acostumbrado, pero leer la historia le hacía sentirse incómodo. Tener
planificado cada minuto del día era muy cómodo, pero se sentía de una forma
extraña. No conocía otra vida, pero podía afirmarse, incluso, invadido…
coartado.
De nuevo el zumbido. Una vez más se había ensimismado, pero
ya era el segundo aviso, debía aparecer en la escuela para comenzar con su
instrucción matutina antes de las 10:30 de la mañana. Con colocar el dedo sobre
el aviso intermitente de su muñequera saltó a la puerta del aula.
La escuela era un sitio particular, algo distinto del resto
de edificios que frecuentaba. Bueno la asistencia estaba controlada por los
paneles de ubicación como en el resto
de lugares, la zona de almuerzo y comida la dirigía la misma empresa que en su residencia,
y los asistentes mecánicos de soporte y seguridad eran los de siempre, pero no
era por las instalaciones, sino por las personas.
A diferencia de lo que leía en sus archivos eNet sobre las
historias del siglo XX, Kova únicamente socializaba cara a cara o, mejor dicho,
en persona, en las horas que permanecían en clase. Las aulas eran el lugar
perfecto para poner en práctica todo lo que aprendía con las píldoras Mensa. Cada contenido clave lo abordaba
como una lluvia de imágenes en su desayuno matutino cuando engullía su dosis, y
era con el maestro y los compañeros con los que experimentaba, exploraba,
plasmaba e indagaba.
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