lunes, 22 de febrero de 2016

La vida entre letras



Buscando entre mis recuerdos, como canta Luz Casal, y para introducir mi autobiografía lectora, los libros han sido una pesadilla al comienzo de este hábito. La profesora Virtudes de Educación Primaria, nos obligaba a leer en voz alta, delante de toda la clase, para ridiculizarnos si cometíamos algún fallo. Este hecho marcó mi vida, cada vez que leía temblaba mi cuerpo al creer que iba a ser juzgada.

El baile me enseñó un camino distinto de lecturas. Mediante la música y la expresión corporal aprendí a interpretar las letras de las canciones, letrillas que después leía en silencio para retenerlas en mi memoria. No importaba la opinión de otros, era lo que mi alma con esas letras comunicaba, canciones como Corazón partío  de Alejandro Sanz, Desesperada de Marta Sánchez o incluso la Macarena de Los del Río. Pero esto no fue suficiente, tenía que leer más.

Recuerdo aquella colección de libros con sus cintas para casete y vídeo que mi madre compró, al fin de evitar mi problema con la lectura.  Todas esas historias eran la versión barata de clásicos como El Rey león, La oca de oro o El pirata Barba Azul, cuando leía sus historias sentía un sinfín de emociones. Casi todos los días, mi madre me decía que leyese, así que primero comenzaba leyendo en silencio, luego ponía el audio, después alzaba la voz hasta llegar a interpretar las mismas entonaciones que el narrador. Con esta técnica mejoré mi fluidez lectora, además de la fobia ocasionada por esa horrible maestra. 


Al final de esta etapa primaria me aficione a la lectura de revistas como Vale o Super Pop, en las cuales publicaban cartas de adolescentes con problemas similares a los mios. Como nunca me atreví a escribir a la revista, hice mi propio diario, en él explicaba el día a día, como forma de expresión personal.

A mis 14 años apareció la profesora Ana, aún conservo preciosos recuerdos de ella. Ana nos enseñaba a conectar con los libros, leíamos aventuras para todos los gustos, siempre adaptado a las preferencias de cada alumno; a las chicas nos encantaba libros como Las brujan no besan, Pantalones vaqueros o Un pie que hablaba inglés. También interpretábamos cada texto leído, Ana nos preguntaba: ¿qué dice el escritor en esta parte?, no importaba si las respuestas eran disparatadas, todo estaba bien, era nuestra concepción, la interpretación de esas letras. Por último Ana, nos ayudó a entender la literatura de la mano de Bécquer, con sus preciosas rimas, y apasionantes leyendas.


Después he tenido suerte, mi prima o como yo la llamo, hermana mayor, me ha guiado en este mundo encantado. Ambas enamoradas de las letras, nos intercambiamos obras y debatimos sobre la diferente interpretación de la historia; nos gusta el misterio y los finales abiertos, detestamos los libros electrónicos, y nos encantaría que comercializarán el olor a libro nuevo con ideas preconcebidas con solo una lectura del resumen. Mi querido Ruiz Zafón, me hace olvidar el mundo para entrar en “el cementerio de los libros olvidados”, destacaría  El Juego del Ángel como libro favorito (Carlos Ruiz Zafón página oficial). 

Mencionar que en una etapa de mi vida, en la que me planteaba muchos interrogantes y no encontraba el sentido de la vida, decidí leer libros basados en la autoayuda, lecturas que fueron erróneas y no ayudaron a canalizar mis emociones, un ejemplo: Muchos libros, muchos maestros. 

Para concluir, decir que sí  ha cambiado la forma de leer, el avance tecnológico hace más fácil el camino del hábito lector; los libros son lecturas,  pero también la expresión de ideas que nacen del alma transimitidas en redes sociales, canciones, imágenes o con la simple comunicación no verbal, estas son las lecturas que hacemos nosotros mismos en otros, por eso no nos vamos a callar, vamos a comunicar como mejor sabemos, desde el corazón.


3 comentarios:

  1. Eres la prueba andante de que el hecho de que alguien no lea desde pequeño no le convierte en un mal lector. El amante de la lectura no nace: se hace. En tu caso, la música te llevó a querer leer. ¿Quién, que te conociera en aquel entonces, esperaría que te gustasen los libros después de tu fobia, generada en Primaria? Pero así fue.

    Me parece preciosa la historia que cuentas. También me gusta lo que has dicho de tu profesora, Ana. No está mal hacer preguntas a los alumnos sobre lo que han leído: lo que sí lo está es obligarles a responder lo que tú quieres. La lectura, así como las emociones y reflexiones que despierta en cada uno, es algo enteramente subjetivo. ¿Quién puede permitirse decidir qué es correcto?

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  2. Creo que todos nosotros, en algún momento de nuestra vida, hemos tenido un profesor que nos ha instaurado una fobia, ya sea en el ámbito lector, musical o cualquier otro... Deberían plantearse si su forma de dirigir la clase es productiva y dedicarse a otra cosa, y dejar a los maestros que realmente se les da bien su trabajo... Me ha gustado mucho tu post, por cierto. :) ¡Un saludo!

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  3. Gracias compañeras por dedicar un tiempo para leerme y comentar vuestras sensaciones.
    He querido plasmar mis viviencias, al ver que todos contaban historias emocionantes que les removía el alma. Yo por desgracia ese sentimiento no lo he vívido hasta más tarde. Pero como dice el refrán: ¡nunca es tarde si la dicha es buena!
    Un gran abrazo.

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