Mi camino en el mundo de la lectura comenzó desde bien
pequeña. Aún no sabía casi hablar ni caminar cuando mis abuelos me regalaron mi
primer cuento “Alejo Conejo”. Sí, un nombre un tanto cómico, pero me trae tan
buenos recuerdos: aquellas noches en las que antes de dormir, a través de una
caja de música mi abuela me narraba cómo ese animalito se iba a la cama, al
igual que yo.
Quizá otro aspecto que contribuyó a mi deseo por la
literatura fue el hecho de que en mi casa nunca había libros. Dicen que uno siempre
anhela aquello que no tiene, por ello siempre envidiaba a mis amigos cuando
visitaba sus casas al ver esas imperiosas estanterías repletas de libros,
enciclopedias… Parecerá una tontería,
pero hasta los libros del colegio eran una pasión para mí. Siempre que
comenzaba el curso no podía esperar a las clases para olerlos y echarles una
ojeada.
Tal ha sido mi conexión con todo lo relacionado con los
libros que de pequeña quería ser bibliotecaria. Me imaginaba trabajando en una
biblioteca antigua, colmada de libros en cada rincón. Para cubrir esa fantasía,
pasaba largas tardes en la biblioteca devorando libros, cómics y llevándome a
casa todos aquellos libros que en ella no tenía. He de confesar que hasta
jugaba con mi hermana a crear un inventario de libros. Sí, quizá el resto de
niños e incluso vosotros penséis que soy una friki, pero sentía que gracias a
ellos estaba enriqueciéndome y en definitiva, era el pasatiempo que más me
atraía.
Un día, mi padre me comentó que iba a salir una colección de
libros de El Barco de Vapor en un periódico. Aunque un poco reticente, mi padre
finalmente aceptó a comprarla. A pesar de tratarse de una colección que me
llevaría meses completarla, estaba decidida a llegar a tal fin y leer todos y
cada uno de ellos: La hormiga Miga se desmiga, Fray Perico y su borrico…
De mi etapa de Educación Primaria, nunca olvidaré lecturas
como Charlie y la fábrica de chocolate, Konrad o el niño que salió de una lata
de conservas, etc. Mientras que en la época de instituto hubo dos libros que
nos enamoró a todos, fuéramos como fuéramos: Las lágrimas de Shiva y Marina.
Posteriormente, considero que la etapa de Bachiller fue en
la que caí por completo rendida ante el mundo de la literatura. Gracias a la
asignatura de Literatura Universal conocí títulos que no había tenido oportunidad
de leer con anterioridad. Sinceramente, me apasionó La metamorfosis de Kafka,
para muchos un libro insulso o incluso rozando lo repugnante. Todavía no
entiendo por qué esa conexión con su protagonista, quizá siempre he sentido que
no encajaba con el mundo al que pertenecía.
A medida que fueron pasando los años, me fui interesando por
otro estilo de lectura no tan aventurero o fantasioso como aquello que leía de
pequeña. Siempre he sido una persona muy introvertida, con los pies en la tierra,
seria e incluso demasiado responsable y supongo que he buscado libros que se
asemejaran a mi manera de ser o quizá han sido esas historias las que me han convertido
en lo que soy. De alguna manera, pasé de leer para divertirme a leer para
crecer en cualquier aspecto.
Desde no hace muchos años he encontrado un estilo de
literatura que me atrae de manera especial: la novela negra y la novela de
terror. A través del misterio y el crimen, a la vez que leo, puedo avanzar
posibles finales de la historia, qué motivó a los personajes a realizar qué
acciones, y de alguna manera, me pongo en su lugar. Stephen King está entre mis
autores predilectos con novelas como Cementerio de animales, Missery…
Actualmente estoy leyendo una serie de libros de Camilla
Läckberg.
Dicen que la mejor novela de crímenes es la sueca, así que decidí
buscar en internet algo sobre ello y encontré a esta autora. Tras leer cuatro libros
suyos, todavía estoy deseosa de encontrar algún hueco que me permita seguir
leyendo sus novelas.
Esta es mi historia. Espero que os haya gustado, al menos la
mitad que a mí recordar todos aquellos momentos. Espero que con el paso del tiempo mi pasión por la lectura nunca acabe...
Sharay, me encanta la idea que planteas sobre si uno lee aquello con lo que se identifica o si son las lecturas las que van conformando un perfil en la persona... creo que es una pregunta interesante para reflexionar sobre ella.
ResponderEliminarCoincido contigo: "Las lágrimas de Shiva" y "Marina" son de esas obras que me alegro mucho de haber encontrado en las "obligatorias" del colegio. Ligeras, entretenidas, emotivas, sencillas... creo que la mayoría de sus lectores en la época escolar las recordamos con cariño.
¡Nos leemos!