jueves, 7 de abril de 2016

Donde viven los sueños

Era una fría mañana de invierno, cuando me disponía a ir al colegio. Como cada mañana, mi padre me esperaba en el pórtico de aquella maravillosa casa a la que llamaba hogar. Pasaban los días y cada uno de ellos era idéntico, en la escuela no se hacía nada en especial, solamente escuchaba atentamente las aburridas clases de doña Clara, una mujer entrada en edad para la que la educación no suponía reto alguno.
Pero un día, la señora Clara enfermó y María, una maestra muy joven tomó su relevo. Para ella la educación era un desafío diario, cada día una nueva experiencia. Además, María era una apasionada de la lectura, según ella no había mejor viaje que perderse entre las letras de sus libros. No entendí el significado de aquellas palabras hasta que pasaron unos años. Un día, en clase de literatura, ella nos planteó una pregunta, ¿cómo será la educación en el año 2040? Pues bien, ese momento ha llegado.
Si tuviese la oportunidad de verla, le diría que la Educación en la segunda mitad del Siglo XXI ha cambiado considerablemente respecto a principios de siglo. Ya no se utilizan ordenadores ni tablets como solíamos utilizarlos en los colegios, ni siquiera se utiliza la pizarra tradicional como la de doña Clara, ni las presentaciones de power point que muchos de mis docentes leían como papagayos. Ahora todo ha cambiado, se trabaja mediante las inteligencias múltiples de aquel hombre de cuyo nombre no quiero acordarme y se han cambiado esos libros vacíos de significado y sin sentido alguno por viodejuegos. Si pudiera hablar con mi yo de 2016 le diría que no se imaginará la Playstation 4 ni los juegos que en ella se hallaban, sino más bien un símil a esas películas de ciencia ficción como Interestelar. Me refiero a la cuarta dimensión, la del tiempo. Estas aplicaciones te permiten viajar en el tiempo y conocer la historia, viviéndola en el momento. Pese a que puedas viajar en el tiempo, no tienes la posibilidad de cambiar la historia, pues no se podría entender el presente actual sin un pasado que lo construya y le dé sentido. Si pudiera hablar con mi yo pasado, le diría tantas cosas que…
Cuando desperté de ese largo letargo, me di cuenta que todo aquello había sido un sueño y que María era producto de mi imaginación, de mis deseos de volar y escapar de esa monotonía que llegaba hasta herir mi sensibilidad. Clara no había enfermado, era mi ansia de conocer nuevos horizontes lo que me hizo pensar que todo era posible. Fue entonces cuando descubrí que la mejor manera de evadir mi realidad era a través de mis libros, ellos eran los únicos que me comprendían. Ahora en mis años como maestra puedo afirmar que la mejor manera de crear mundos paralelos o de viajar en el tiempo es a través de la lectura. Puede que María nunca existiera o quizá fuera yo misma, ¿quién sabe?

Para viajar en el tiempo o en el espacio solo hace falta leer, pues la lectura es como una huella a través de la cual podemos acercarnos al pasado, comprender el presente y viajar al futuro. Todo aquel que no lee se conforma con un mundo plano que no admite otra realidad que no sea vista y sentida a través de los ojos; quizá los ojos de nuestra imaginación nos permitan llegar más lejos, allá donde viven los sueños, allá donde la realidad y la ficción no distan, allá donde… (tu imaginación te permita llegar).

1 comentario:

  1. Muy buen relato Nuria. Resulta evidente, y también realmente curioso, que lo que hoy vemos como algo novedoso, el día de mañana lo podremos considerar como algo tradicional. Al igual que nos ocurre hoy con las típicas pizarras del 'pasado', el día de mañana sucederá con las pizarras digitales y los PowerPoint. Todo quedará estancado en el tiempo y la sociedad avanzará a un ritmo escalofriante. ¿Qué será lo que vendrá después de todo esto? Eso es lo que resulta verdaderamente curioso. Ahora mismo, en la actualidad, lo tenemos todo a nuestro alcance -o al menos eso creemos- y, al mismo tiempo, no tenemos nada. Si supiéramos lo que viene después, seguramente nos autodenominaríamos 'cavernícolas'.

    PD: Lo que daría de sí un DeLorean.

    Un saludo.

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